Los traductores que trabajamos con lenguas que no comparten el mismo alfabeto, tenemos una dificultad que en ocasiones solapamos: la transcripción de los nombres propios.
Cuando ocurren noticias que estremecen el planeta, lógicamente trascienden los nombres de los protagonistas de ellas gracias a los mediadores lingüísticos: traductores, periodistas, locutores, líderes políticos, etc. El problema está en que por la necesidad de inmediatez muchos se olvidan de detenerse a pensar en cómo se escriben correctamente en español el nombre y el apellido de esas personas, con lo cual se generan distorsiones que pueden llegar a tener cierta relevancia.
Suelo preguntar a los estudiantes en clase de Iniciación
a la Traducción qué ocurriría si un día se encuentran por una calle de Caracas
a Bill Clinton y para saludarlo le gritan: “¡Guille!” Es una pregunta que causa
hilaridad porque a nadie se le ocurriría semejante disparate; algo parecido
puede ocurrir cuando transcribimos y pronunciamos mal el nombre de alguien: no
se establece la comunicación.
Tres ejemplos del mundo de la política mundial.
A principios de los años 60 del siglo pasado ocurrió
un hecho que puso al mundo a las puertas de una tercera guerra mundial: “La
crisis de los misiles en Cuba”. Protagonistas: Estados Unidos y Rusia. El nombre
del máximo representante de Rusia era Никита Хрущёв. Al español llegó desde el inglés: Khruschev, lo que empezó a
pronunciarse como: Kruchev. Con el tiempo pasó a Kruchov, que tampoco “suena”
como el apellido del señor. Solo mucho tiempo después pasó a Jrushov, que es lo
más próximo a la pronunciación de Хрущёв en ruso.
A mitad de los años 80, también del siglo pasado,
ascendió al poder en Rusia un hombre que cambió la geopolítica: Михаил Горбачёв. Mijaíl (sí, con tilde)
¿Gorbáchev, Gorbachev, Gorbáchov o Gorbachov? Nuevamente un apellido de alguien
que jugó un papel principal en la historia contemporánea del planeta presenta
dificultad para su transcripción y por la misma causa: la inmediatez de
informar; tomar la información desde un idioma diferente al ruso y suponer que
en español se escribe igual que en cualquier otro idioma que use el mismo
alfabeto.
Y más recientemente saltó a la palestra internacional
el presidente de Ucrania Володимир Зеленський. Al principio hubo cierta
confusión en la transcripción, e incluso en la pronunciación, habida cuenta de
la similitud entre el idioma ucraniano y el idioma ruso. Algunos se referían a Vladímir Zelenscki en lugar de Volodímir
Zelenski que es la transcripción recomendada porque se ajusta tanto a la grafía
en español, como a la pronunciación en ucraniano. La Fundéu afirma al respecto:
“La transcripción que mejor se ajusta a la
pronunciación del nombre ucraniano de este cómico y
político es Volodímir Zelenski,
con íes latinas en lugar de
griegas y con tilde en el nombre de
pila por ser una voz llana acabada en una consonante distinta de n y s.”
Consultado en: https://www.fundeu.es/recomendacion/volodimir-zelenski-politico-ucraniano/
Cuando se tiene el privilegio, y la enorme
responsabilidad, de ser el primero, o uno de los primeros, en transcribir un
nombre propio de un idioma con un alfabeto diferente al alfabeto de la lengua
de llegada es indispensable investigar en fuentes confiables cómo se escribe correctamente
en la lengua origen y consultar las normas de transcripción establecidas. Es un
error recurrir al calco de la transcripción desde un tercer idioma.
Al transcribir un nombre propio se deben respetar, por un lado, la pronunciación del nombre en la lengua origen y, por el otro, las normas y convenciones de la lengua de llegada, en este caso, del español.
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